La vida de excesos de los fantasmas del Hotel Chelsea

LEYENDAS URBANAS – Dicen que el fantasma de Mary ronda por los pasillos del octavo piso del Hotel Chelsea.

Que lo ha hecho durante los últimos 104 años, luego de que la mujer se quitara la vida al enterarse de que su esposo, cuyo regreso esperaba con impaciencia, se encontraba entre las 1.512 personas que murieron con el desastre del Titanic, ocurrido en la noche del 14 al 15 de abril de 1912 en las heladas aguas del Atlántico Norte, tras impactar con un gigantesco iceberg.

Desesperada, colmada de tristeza por la pérdida de su amor en la mayor tragedia marítima de su tiempo, Mary se ahorcó –aparentemente– en el piso ocho del hotel neoyorquino.

Desde entonces, son muchas las personas que aseguran haberse topado con ella, que la han visto reflejada en espejos, vestida a la usanza de la época de su muerte –con un vestido blanco largo y un sombrero con una pluma–, con un gesto desdichado en su rostro, esperando que algún día aparezca su esposo en el hotel.

El esposo de Mary murió en la tragedia del Titanic y ahora -según cuentan- su fantasma ronda por el piso 8 del hotel Chelsea. (Imagen: Wikimedia Creative Commons)

De hecho, hace ya unos años, en 1996, el actor Michael Imperioli –conocido por su personaje de Christopher Moltisanti de la serie Los Soprano– aseguró en el programaCelebrity Ghost Sightings, del canal Bio, haberla visto una vez.

Imperioli se había mudado al hotel tras romper con su novia de entonces. Según su relato, durante su estadía había escuchado hablar de la tal Mary en boca de empleados y otros huéspedes, sin saber bien de qué se trataba.

Hasta que una noche, al volver a su habitación ubicada en el octavo piso, lo supo. Al abrirse el elevador, el actor oyó y vio a una mujer sollozando, al fondo de un pasillo. Se le acercó y le preguntó si estaba bien.

La mujer volteó a verlo, desconsolada, con un rostro más bien impreciso, y luego desapareció en el aire.

Al parecer, el fantasma de Mary suele rondar en el ala oeste del piso 8, concretamente donde hay un pasillo con un arco y donde se hallaba, en 1912, el departamento que ella ocupaba en vida.

Un lugar con historia

Mary, sin embargo, no es el único fantasma que ha sido visto en los pasillos, escaleras y habitaciones del Hotel Chelsea, hoy por hoy uno de los lugares emblemáticos de la ciudad de Nueva York.

El Chelsea, ubicado en el 222 West 23rd Street, entre la Séptima y Octava avenidas, fue construido en el periodo que va de 1883 y 1885. Originalmente, este edificio de doce pisos, ladrillos rojos y estilo gótico victoriano –hasta 1899, el más alto de Nueva York– acogió a una cooperativa privada de departamentos, pero en 1905, tras caer en bancarrota, el edificio cambió de manos y reabrió como un hotel conocido principalmente por sus residentes de largas temporadas.

Desde entonces, el Chelsea se convirtió en un símbolo del mundo bohemio de la ciudad, por donde se hospedaron, vivieron y hasta murieron famosos artistas, fotógrafos, músicos, escritores.

Arthur C. Clarke escribió ahí 2001: Una odisea en el espacio. Y Jack Kerouac escribió gran parte de su obra maestra On the Road. Y Bob Dylan escribió “Sad-Eyed Lady of the Lowlands”, la canción incluida en el álbum Blonde on Blonde (1966) y que dura más de 11 minutos. E inspiró a Leonard Cohen escribir la canción “Chelsea Hotel #2”, dedicada a la cantante Janis Joplin, con quien tuvo un romance en la habitación 424.

Los poetas de la beat generation Allen Ginsberg y Gregory Corso eligieron el Chelsea como lugar de intercambio filosófico e intelectual. Y el escritor Arthur Miller se mudó a la habitación 614 tras divorciarse de Marilyn Monroe. Y Andy Warhol filmó en las instalaciones del hotel partes de su película experimental Chelsea Girls. Y Madonna hizo decenas de fotos para su libro Sex, de 1992.

Al parecer hay notable actividad paranormal en los pasillos, elevadores, lobby y habitaciones del Chelsea. ( Wikimedia Creative Commons)

Evidencias pavorosas

También, es un lugar muy conocido por su actividad paranormal.

En efecto, los fantasmas abundan en este lugar; hay quienes aseguran no solo haberlos visto, sino haber conversado con ellos. Están en todas partes: en el lobby, en los elevadores, en los pasillos, las habitaciones y los cuartos de baño.

Con frecuencia se escuchan pisadas, gritos desgarradores, ruidos extraños, música de otras épocas, peleas, risas extrañas. Hay luces que se encienden y se apagan solas. O un elevador que se detiene en el primer piso sin que nadie lo haya llamado. Están en todas partes.

Muchos huéspedes aseguran haber sentido tales presencias sobrenaturales en sus propios cuerpos, cosas muy sutiles, como si fuera una especie de estática o como si algo invisible le tocase la piel –algunos comparan con la sensación de un rocío en el cuerpo– o le halara algunas hebras del cabello.

Otros van un poco más allá y describen imágenes tanto más impresionantes, como el que dice que fotografió en un baño un esqueleto con nariz de payaso o la mujer que vio la cabeza del poeta galés Dylan Thomas flotando en el aire.

Y es que, al parecer, en los pasillos del Hotel Chelsea rondan los fantasmas de Thomas y de Nancy Spungen, quien fuera novia de Sid Vicious, bajista del grupo punk británico Sex Pistols y cuya vida terminó de manera trágica en la habitación número 100.

“Era el rostro de Dylan Thomas”

Para el momento de su muerte, el 9 de noviembre de 1953, Dylan Thomas vivía en la habitación 206 el hotel. Un cuadro de neumonía, hemorragia cerebral, hepatitis y alcoholismo –“llevo 18 whiskies seguidos, creo que es un récord”, dicen que llegó a decir– acabó con la vida del poeta cuando apenas tenía 39 años.

Si bien Thomas expiró en un hospital de Nueva York, dicen que su alma, su espíritu, decidió quedarse en el Chelsea.

Hay quienes dicen que fue el poeta galés Dylan Thomas quien rubricó el espíritu bohemio del Chelsea y que su espectro deambula por el hotel. (Foto: Tom Goskar / Flickr Creative Commons)

En las más de seis décadas transcurridas desde su muerte, son numerosos los testimonios de personas que aseguran haberlo visto, dentro y fuera de la habitación 206.

El más reciente y contundente avistamiento ocurrió en marzo de 2013, cuando el diario galés Western Mail reportó el horror de una turista que vio al espíritu del bardo, autor de los soberbios poemas “Death Shall Have No Dominion” (Y la muerte no tendrá dominio) y “Do Not Go Gentle Into That Good Night”.

Dijo la mujer que vio la cabeza del poeta flotando en el aire, frente al espejo de la habitación.

Según publicó originalmente el blog Living With Legends  (y reprodujo el Western Mail), un sitio web dedicado a los más de 130 años del hotel, la aterradora experiencia fue seguida por una larga noche de insomnio marcado por el sonido de pisadas fantasmales  y una sensación progresiva de miedo.

“De repente vi hacia arriba y justo en frente del espejo de la habitación, vi una cabeza en el aire”, escribió la mujer que se identificó como Anna.

“El rostro parecía estar haciéndome una mueca hacia mí, y nunca olvidaré los ojos con que me miraba, ojos casi saltones”.

“Tengo una idea de quién era ese hombre, luego de ver las imágenes de los famosos que vivieron allí y se fueron al más allá. La imagen que observé me revolvió el estómago… era la misma cara, la misma mueca, y esos mismos ojos tristes y grandes. Era el rostro de Dylan Thomas”.

Fantasma punk

Otro fantasma de rostro conocido es el de Nancy Spungen, quien murió en el baño de la habitación 100 del Hotel Chelsea, a donde se había mudado con su novio, Sid Vicious para meterse en una vorágine insalvable de drogas –heroína– y alcohol.

El 12 de octubre de 1978, Spungen apareció sin vida, apuñalada en el abdomen.

Sid Vicious fue arrestado y acusado del crimen, pero pronto salió en libertad bajo fianza. No podía recordar si la había matado o no (el músico no sobreviviría por demasiado tiempo: menos de cuatro meses después de la muerte de Nancy, el 2 de febrero de 1979, murió en un departamento de Nueva York tras una sobredosis de heroína).

Al parecer, Sid había dejado una nota de suicidio en la que decía que él y Nancy tenían un pacto de muerte y pedía que los enterraran uno al lado del otro.

Pero como Nancy era judía, su familia, la enterró en un cementerio judío, en tanto que Sid Vicious fue cremado y no está claro el paradero de sus cenizas (se dice que fueron esparcidas sobre la tumba de Nancy, aunque hay quienes aseguran que accidentalmente se desparramaron en el Aeropuerto de Heathrow, cuando las llevaban a Londres, y terminaron en los ductos de aire acondicionado).

Lo cierto es que Nancy –o su fantasma– ha sido vista, escuchada y sentida en distintas ocasiones, en la habitación 100 del hotel. Hay testimonios de huéspedes sobre aumentos o disminuciones repentinas de la temperatura en la habitación. Otros sostienen haber visto las sombras de la desastrosa pareja en el baño. También ha habido quejas por las discusiones, las peleas y los escándalos provenientes de esa habitación, sobre todo cuando está desocupada.

Hay gente que, incluso, asegura haber fotografiado el reflejo de Nancy en un espejo: con el aspecto de sus últimos días –cabello  desaliñado, ojeras pronunciadas y ropa sucia–, el mismo que le había ganado el no demasiado halagador apodo de “Nauseating Nancy” (Nauseabunda Nancy).

De hecho, es muy probable que sea ella, Nancy, la que constantemente llame al ascensor en el primer piso del Hotel Chelsea.

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