El dilema de un López Obrador en solitario

G15081529.JPG PUEBLA, Pue. Politics/Política-AMLO.- El ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, anuncia, el sábado 15 de agosto, en conferencia de prensa, que recorrerá todos los municipios de la entidad para conformar los comités del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Foto: Agencia EL UNIVERSAL/JMA

Hoy, cuando Andrés Manuel López Obrador lleva seis años creando su propia estructura en todo el país, hay quien piensa que necesita de los partidos aliados. Plantean que nadie puede ganar solo.

El nuevo dirigente del PRI, Manlio Fabio Beltrones ha dicho que la disputa por la presidencia todavía está lejos porque antes se debe pasar por la experiencia de las elecciones en 2016, cuando cambien 12 gobernadores y en 2017 otro más. Dice que los partidos que no tienen presidente ya están buscando uno, pero no es el caso de su partido que tiene a Enrique Peña Nieto en esa posición.

Militantes de los otros partidos, como Margarita Zavala, Andrés Manuel López Obrador y Miguel Angel Mancera han manifestado su deseo de participar para alcanzar la candidatura de su partido y buscar el triunfo electoral en 2018.

Este es el contexto en el que se desarrolla la sucesión presidencial adelantada, Beltrones trata de frenarla en su partido, otros tratan de adelantar los procesos internos para avanzar en su objetivo. De estos casos destaca el de Andrés Manuel López Obrador que en los hechos tiene algunos años en campaña recorriendo el país con la construcción de una organización que lo lleve al poder.

Podemos considerar que el proceso conquistar la presidencia de la república empezó en 2010, en el mitin en el zócalo de la Ciudad de México en el que Andrés Manuel López Obrador preguntó a la muchedumbre si lo apoyaba para “como movimiento, ir por la presidencia” y donde hizo público su Proyecto Alternativo de Nación.

Es un hecho que esta pregunta no solo fue el inicio de un largo peregrinar para construir su propio partido sino que también fue el anuncio de la ruptura que este acto significó para “las izquierdas”, como se autodenominan los partidos (PRD, PT y Convergencia) que dicen que lo son porque proponen en su declaración de principios la reivindicación de los pobres y marginados de la sociedad.

La pregunta dirigida a la masa en sí significó el lanzamiento de la candidatura de López Obrador a la presidencia de la república con dos años de anticipación. El compromiso con Marcelo Ebrard de que sería candidato el mejor posicionado fue retórico. Los dirigentes de los partidos de “izquierda” no se atrevieron a reconocerlo como un precandidato adelantado que no estaba dispuesto a esperar los plazos legales ni cumplir los acuerdos convenidos por ellos.

En ese contexto, algunos políticos e intelectuales, para evitar la división, insistían en que el candidato en 2012 debía ser solo uno el representante de las “izquierdas”, dando la impresión con ello de que estaban pensando en la práctica de una política respetuosa de la ley, con honor y cumplimiento de la palabra, cuando en la realidad la disputa por el poder no tiene escrúpulos y los hechos históricos, pasados y recientes, nos muestran, asesinatos de candidatos, robo de urnas, corrupción electoral y judicialización de los procesos electorales como evidencia de que México está lejos de una democracia justa, transparente y confiable.

Hoy, cuando Andrés Manuel López Obrador lleva seis años creando su propia estructura en todo el país, hay quien piensa que necesita de los partidos aliados. Plantean que nadie puede ganar solo.

El discurso de López Obrador no admite equivocaciones, corresponde a la voz de un hombre que, contrario a lo que dice, tiene una gran ambición de poder y sabe que todo y todos son moneda de cambio para lograr su objetivo de poder para llevar a la práctica su Proyecto Alternativo de Nación, que supera obstáculos en el camino, como someterse al criterio de los dirigentes de los partidos de las “izquierdas” y mucho menos considerar la posibilidad de una alianza con el PAN.

Los políticos suelen caracterizarse por ser prácticos y tomar a las teorías como modelos para ensayar su propio pensamiento, lo hacen con la convicción de crear un camino propio para la disputa o el ejercicio del poder. La visión teórica de los políticos mexicanos en la experiencia de las últimas décadas, nos muestra un horizonte de corto alcance, en el mejor de los casos sexenal, que suele ser abandonado en cuanto las condiciones sociales, políticas o económicas se vuelven adversas.

Una campaña de tan larga duración, como la realizada por López Obrador, le estaría dando la oportunidad de plantear a los ciudadanos sus ideas y soluciones a los problemas nacionales. Dar las respuestas que la gente quiere escuchar, más allá de que sea viable hacer realidad lo que se compromete. Al final estaremos frente a un discurso político que tiene el objetivo de seducir al ciudadano para conseguir su voto. Más de lo mismo pero con el discurso de las “izquierdas”.

Diseño: www.QuanticoHn.com