El estrés es uno de los factores más habituales en las pérdidas de cabello repentinas. Cuando estamos sometidos a épocas de nervios, insomnio, preocupaciones… nuestro cuerpo produce cortisol en exceso y ello puede provocar una caída inusual.

Debemos tratar las consecuencias del estrés cuanto antes para evitar problemas mayores que puedan provocar una calvicie permanente si la situación de estrés se prolonga en el tiempo.

Aunque los problemas hormonales son más frecuentes en mujeres, los hombres no están exentos de ellos y un mal funcionamiento en la glándula tiroidea puede provocar pérdidas importantes de cabello que pueden ser temporales, o no, y afectar de manera significativa a la salud capilar.

Algunos tratamientos farmacológicos son los causantes de la pérdida del cabello. Son fáciles de detectar y suelen remitir al finalizar estos tratamientos.

Los medicamentos que pueden afectar negativamente al pelo son los anticoagulantes, antidepresivos, y algunos medicamentos prescritos para tratar el ácido úrico, algunos problemas de corazón o la presión arterial.

Hay ciertas enfermedades que se asocian a la pérdida del cabello, tales como la diabetes y algunas enfermedades autoinmunes.